en tu obra? (La verdad es que nunca
me lo había planteado, al menos de ese
modo). La luz, contesté. Fue raro. No me
hizo falta pensarlo. Como si ya conociera
la respuesta. La luz. Ese elemento que
aperece constantemente, de un modo u
otro, en mi práctica artística, y al que sin
embargo, no había prestado la atención
necesaria. Así fue como llegué a James
Turrell.
Y ahí estaba de pronto. Delante de
aquel túnel que daba acceso a
Second
Wind 2005
en mitad de la dehesa de
Montenmedio. Entré en aquel conjunto
de “estructuras inútiles” –según el propio
James Turrell– que actúan de soporte para
la luz, una progresión de espacios ocultos
en el interior de una colina adoptando el
sistema de los
speos
e
hipogeos
. El túnel
en rampa ascendente conduce hacia una
pirámide de hormigón rojo seccionada en
su parte superior, permitiendo así volver
a conectarse con el exterior a través de
la visión (enmarcada) del cielo. Se trata
de una pirámide de aire, en cuyo centro
descansa una
stupa
de piedra de basalto
custodiada por un estanque del que
desborda el agua haciendo que el sonido
reverbere en toda la estancia. Es en este
instante cuando uno es consciente de que
la temperatura y el sonido han cambiado.
El acceso a la
stupa
–pues James Turrell
ha decido horadarla para ganar una
nueva perspectiva– se realiza a través
de una pasarela que desemboca en un
cuarto blanco que dispone de un banco