“Su capacidad de congregar
a los hombres y hacerlos
partícipes de la gozosa
sensación de estar en este
mundo, como en una de
esas sobremesas que entran
indolentes y voluptuosamente
en la noche, mientras los
perros guardan la casa de
los gatos que la rondan y el
orden cambiante de la mesa
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con sus constelaciones que
giran inadvertidamente, y sus
regueros y salpicaduras, como
los de un mantel sobre el que
los dioses celebran su festín”.
Ángel González García