In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

INMEMORIAM DE TU GRAN ALMA DE ARTISTA 88 CAPÍTULO 2 forma, proporciones, color y luz. El título, que nos lleva a la caverna platónica, nos saca de la realidad inmediata para hacernos pensar en el mundo de las ideas, fundamento último de las cosas. Veo aquí el idealismo pictórico de Teresa Santo. Abarca la totalidad del cosmos, pero se decide en el detalle. La luz y las sombras, nacidas del combate entre la oscuridad y la luz, entre el rojo y el negro, construyen bellamente una hojarasca, hoja a hoja. Es uno de los temas más caros a la pintora. Lo ha tratado en sus óleos y en sus acuerelas más realistas. Aqui lo ha llevado al idealismo bicromático, casi monocromático, puesto que casi se resuelve en un estudio en rojo sobre fondo negro. Por ahí, como dijo Platón, empieza el conocimiento humano. Eso da sentido a la vertidalicad de estos cuadros (especialmente en los rectangulares). Verticalidad en los formatos, que se ajustan como un traje a las figuras: columnas y árboles que buscan altura. No es extraño que Teresa Sarto invoque a Platón. Lo hace por el mito, que es fundamental para comprender su pintura. Figurativa, aunque no realista, porque no depende de la realidad, sino que le da nueva forma y nuevo sentido. La ilumina, como hace el mito con las cosas. La mirada creativa de Teresa Sarto, ahora que la vemos a la luz de su preciosa totalidad, sostiene el mundo, como la idea platónica sostiene cada uno de los seres en los que se concreta. Cada una de sus ramas de árbol es la rama de árbol, cada una de sus hojas —tan minuciosamente pintadas en tantos cuadros— es la hoja. Quizá se aprecie esto de manera insuperable en una de sus acuarelas, acogida al escueto título de Rosa . Y eso es sin más: una rosa, la rosa. «La que siempre está sola, / la que siempre es la rosa de las rosas, / la joven flor platónica, / la ardiente y ciega rosa que no canto, / la rosa inalcanzable». Pues aquí está, al alcance de nuestra mano, la Rosa de los versos de Borges, en la acuarela de Teresa Sarto, que nos hace cercano lo inalcanzable. Como recién cortada, recién florecida, la rosa. Su breve colección de acuarelas, a cual más bella, es un muestrario en miniatura de su mundo: las ramas cogidas «con una pinza», el saltamontes (que recuerda al caballito de mar de uno de sus acrílicos), la hojarasca, y por encima, la rosa, que en su color encendido y en su tallo verde es síntesis de idea de belleza, de la gracia fugaz de nuestro paso por el mundo. La rosa, ya desde los poetas latinos, es una unidad de medida de belleza y una unidad de medida de tiempo. Todo eso, libre de erudiciones, pleno de visión, está en la acuerela, fresca como la misma flor recién brotada, que una mañana pintó Teresa Sarto. No quisiera ser uno de esos estudiosos que apenas vislumbran la idea de belleza, como reconoce Leon Battista Alberti en su tratado De Pintura , el De pictura en su original latino: Pulcritudinis idea quam peritissimi vix discernunt . Lo reiteró en la versión en toscano: Quella idea delle bellezze, quale i bene exercitatissimi appena discernono . Más allá de los teóricos de la belleza y del tiempo, surge la pintora —que en esta totalidad es la pintura—, para captar en su breve rosa la idea de belleza, en su pulcra, nítida, lograda acuarela. La pulchritudinis idea cabe en la Rosa de Teresa Sarto. Y así, al vuelo, en una línea, rindo homenaje a su condición de doctora en Bellas Artes, de profesora universitaria tan apreciada por sus colegas y sus alumnos, a su destino de pintora como camino en el que todo era uno. También aseguró Leon Battista Alberti en el Tratado de Pintura que Platón, como su maestro Sócrates, no solo era aficionado a la pintura, sino pintor él mismo. Todo esto está aquí, tan latente como cumplido, porque el vuelo largo de la cultura se cumple, pasado mucho tiempo, en la pintura de Teresa Sarto y en los ojos de los que ahora la miramos como cumplimiento suyo, que ya es nuestro. También aconsejó Alberti que en la pintura los cabellos, las ramas, los pliegues de los vestidos tuvieran algo del ondear de las llamas en el aire: E ondeggino in aria simile alle fiamme . Una poeticidad que encuentro en las ramas, tantas, de nuestra pintora, en los pliegues de sus vestidos, en sus chaquetillas o en sus ropajes, en el haz y el envés de sus hojas otoñales. Así es como pintan los que tienen el don y los que han aprendido, los que saben. Por figurativa, por esperanzada, por luminosa, por perfecta en cada una de sus entregas, la pintura de Teresa Sarto es una de las obras que se insertan en la estirpe humanística contemporánea. En su pintura completa, ahora que está cumplido todo, encuentro un reflejo sereno de su persona. El reflejo en el espejo, como tituló ella uno de sus óleos, en el que se ve, enfrentada consigo misma, a una de sus inconfundibles muñecas. El esbozo

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