In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

TERESA SARTO 97 EPISTOLARIO EL ENCANTO Y LA FUERZA Decía Buffon en el siglo xviii que el estilo es el hombre. En aquellos tiempos el cultivo de las ciencias y de las artes estaba reservado mayoritariamente a los hombres. Hoy podríamos decir que el estilo es la persona. El concepto de estilo no tendría que limitarse solamente a las actividades artísticas en sentido estricto, sino que puede y debe tenerse en cuenta en cualquier actividad humana que no sea meramente mecánica o repetitiva. Prácticamente todos los que conocimos a Maite opinamos que el rasgo más visible de su carácter era la jovialidad y el optimismo. Maite era optimista y jovial, pero no solo eso. Cuando reflexiono sobre su personalidad o su estilo noto que había otro elemento inseparable de la chispa y el encanto. Ese elemento era la energía y la firmeza que ella hacía compatibles con la agudeza. En las tres facetas que pudimos observar en Maite se da esa compatibilidad que en mi opinión es el núcleo de su estilo. En Maite se daba una actitud que podríamos considerar como la compatibilidad entre la alusión y la elusión. Maite solía aludir a las cosas, a las realidades sin escamotearlas, pero casi siempre eludía los aspectos más duros, más duros o más desagradables de las mismas dando lugar a una mezcla de encanto y persuasión. Conocí a Maite como profesora de secundaria impartiendo clase a adolescentes más o menos crecidos. En ese desempeño, Maite tuvo que tratar con alumnos, padres y compañeros. En su relación con los alumnos no recuerdo ningún encontronazo ni reclamación o queja. Al contrario, la mayoría de los alumnos elogiaba a Maite porque ella procuraba extraer sus mejores potencialidades. Corregía sus errores o defectos con paciencia y humor. Conseguía hacerles participar en actividades y proyectos colectivos donde la individualidad no se borraba y reconociendo los pequeños o no tan pequeños logros del alumnado, conseguía motivarlos y potenciar su sensibilidad y su técnica por humilde que esta fuera. Muestras públicas de estas actitudes fueron las abundantes participaciones de los alumnos en las fiestas del centro, en las que pujaban por realizar la aportación más significativa y más espectacular. Recuerdo algún año en que se expusieron algunos de esos trabajos en el hall del centro siendo unas puertas viejas unidas por bisagras los soportes murales de esos trabajos. Detrás de esas exposiciones había muchas horas de trabajo docente, mucha paciencia, y mucho buen ánimo. No me resisto a comentar o reflejar el magnífico trabajo que con la colaboración de los alumnos realizó Carlos Guillén

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