In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

INMEMORIAM DE TU GRAN ALMA DE ARTISTA 58 CAPÍTULO I sí recuerdo la enorme producción de cuadros, los resultados, y la cantidad de exposiciones a las que te acompañábamos. Fueron los años de las muñecas antiguas pintadas de mil formas y que tanto nos marcaron. A pesar de coincidir esos años con la pérdida de la abuela Teresa, no recuerdo nunca verla perder su ánimo. Al contrario, creo que su reacción fue empezar a organizar planes, viajes, y por supuesto, esquiar, ese deporte que nos hizo compartir tantos momentos juntos a todos, hasta incluso con algún nieto. Y de su empeño en que yo tenía que ir a la Ruta Quetzal, surgió una experiencia que tanto ha marcado mi vida; quizás la que más. Como ella siempre decía: «Ese viaje ha sido una mili para los que no la habéis hecho». Nunca le estaré lo suficientemente agradecido, tanto a ella como o a sus genes maños de perseverancia. Y por fin, el cambio definitivo de casa. Nos mudamos a la Rad. La casa que refleja todo lo que ella ha sido y que afortunadamente aún lo sigue mostrando. Porque esa casa es mi madre en cada rincón, en cada cajón y en cada plato que se sirva. Ahí ya no había excusa para hacer cuadros oscuros, ni pequeños, y de ahí surgen un sinfín de obras, todas ellas preciosas. Pero me gustaría resaltar especialmente de esa época, la etapa en la que fusionó una técnica nueva: los cuadros sobre matrices digitales. Además de porque son preciosos, porque reflejan muy bien lo que ella siempre ha sido: una persona capaz de compaginar y equilibrar perfectamente valores y principios tradicionales, con una personalidad y modo de vida en continua evolución y en cierto modo disruptivos. Que en 2008 decidiera hacer un cambio tan radical en su forma de pintar, me parece admirable, porque era muy, muy arriesgado. Y le salió bien, o mejor diría que le salió muy bien. Lo bueno de todo es que gracias a sus cuadros podemos seguir recordándola más, y mejor, como era ella. En los últimos años tuvo un arrebato tremendo con las acuarelas; ¡qué manera de producir! Son preciosas y, como me recuerdan tanto a lo que hacía la abuela, me encantan. Pero quiero resaltar los últimos cuadros, los que estaban destinados a esa gran exposición que nunca llegó a hacer; su «penúltima» etapa. No son muchos, pero me parecen el gran culmen de sus trabajos, y una vez más, en ellos reflejó todo lo que tenía de artista, que era mucho. Y no es solo por el talento que puso en ellos, pues estoy convencido de que alcanzó otro nivel superior de belleza en estos cuadros, sino por todo lo que esconden, porque en ellos descargó todos los sentimientos y dolores que soportó durante su maldita enfermedad, y todo aquello malo que no quiso mostrarnos. Es como si hubieran sido su gran desahogo para no perder nunca su estado de ánimo, su energía y sus infinitas ganas de vivir; en definitiva, el mejor legado, que además de sus cuadros, nos has dejado, a mí y a todos los que la hemos conocido, y disfrutado. Pepo

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