In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

TERESA SARTO 25 BIOGRAFÍA Sus padres tenían una gran sensibilidad hacia el Arte (con mayúscula) y era natural que esas aficiones se compartieran con los hijos. Su madre, desde pequeña, asistía a clases de dibujo y pintura, era considerada una buena acuarelista. Su padre dibujaba con gran precisión y sensibilidad, fundamentalmente sobre temas arquitectónicos, en su tiempo libre. Ese ambiente hace que a medida que va creciendo el dibujo y la acuarela pasen del mero divertimento al compromiso serio de la profesión. 1964 La academia Peña de la plaza Mayor de Madrid será el lugar donde durante ocho meses se prepare para el ingreso en Bellas Artes. El reducido número de alumnos de entonces (50) y la depuración en las pruebas de ingreso establecían un marco que no puede compararse con la actualidad, ¡muy duras, vaya! Ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid ese mismo año, después de obtener el indispensable voto de confianza que los profesores Peña y Barranco concedían a sus alumnos, en calidad de preparadores. Recuerda que en la academia Peña coincidió con Clara Gangutia (pintora muy reconocida en la actualidad), y la juventud de ambas les supuso que la incredulidad de sus preparadores respecto a su nivel pusiera en peligro el citado consentimiento para optar a superar la prueba de ingreso en San Fernando. Recuerda con agradecimiento, la pintora Teresa Sarto, la gran suerte de tener como profesores a los maestros Antonio López (Antoñito), Manuel Villaseñor, Zarco, Luis Alegre, D. Guillermo Vargas Ruiz, Soria Ahedo, Echauz, E. Capa… y tantos otros. Y, también, que en el último curso de carrera la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando se trasladó a la ciudad universitaria, con la pena de los alumnos que allí trabajaron, pues fueron cuatro largos años en la calle Alcalá repletos de vivencias. Los museos, las salas de exposiciones cercanas, las meriendas con tortilla de patata y guitarra en mano que, hasta los descansos, esperaban en los arcones de nogal junto a las estatuas que también adornaban los pasillos de la escuela San Fernando, y contribuían a crear aquel ambiente tan especial que envolvía el lugar y las clases. Eran años en los que se rifaban los sitios para dibujo, lo hacía el bedel de Peñaranda con su cigarro siempre en la boca y la boina que llenaba sistemáticamente de papeletas numeradas cada vez que se cambiaba la pose y se sorteaban los caballetes. En aquella época los alumnos organizaban las mejores subastas de pintura para financiar el viaje fin de carrera. A cada alumno se le asignaba la visita a un artista para que, con la donación de su obra y posterior subasta, la recaudación fuera destinada al viaje de fin de carrera que finalmente hicieron a Italia y Grecia durante 30 deliciosos días. Teresa Sarto visitó a Colmeiro y la obra de este fue subastada junto a las demás donaciones de artistas enormemente generosos, como Vela Zanetti, Vaquero Turcios, Beulas, Miralles, etc,, que fueron subastadas públicamente en dos conocidos hoteles de Madrid. Siempre se acordará de aquella experiencia. Italia y sus enormes proporciones, su gran belleza y estética refinada. Este país al que se unió por ascendencia y algunos años de vida. País al que seguirá conectada de por vida, por afectos y profesión. 1968 Este año, el último de la carrera, consigue la beca de paisaje del Paular en Segovia. Todo un verano para pintar al aire libre Zamarramala y sus impresionantes campos amarillos, sus cielos grises y plomizos de las calurosas tardes de verano. Pinta también dentro de un torreón del Alcázar, junto a otros pintores y en compañía de las palomas residentes. Luego estarán los amigos entrañables de la ciudad: Ángel Serrano, dueño de la «Casa del Siglo XV», autentico mecenas, precursor y enamorado del arte y de la pintura. Él es el quien compra el primer cuadro a Teresa y se lo paga con un «Niño Jesús» de terracota y un relicario de plata de la Virgen del Rocío, que todavía conserva con enorme cariño. Otros amigos, los Peñalosa, Moro, Javier de «Narizotas» y la convivencia con los otros becarios de todas las Escuelas de Bellas Artes de España, los alumnos de los cursos de verano para extranjeros y Luis Alegre al mando de todos ellos. Toda una experiencia que finalizará con una exposición colectiva en la Caja de Ahorros de Segovia. Por esa época gana el Primer Premio de pintura al aire libre de la Facultad de Medicina en Madrid.

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