In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

INMEMORIAM DE TU GRAN ALMA DE ARTISTA 226 CAPÍTULO 3 Emocionada constantemente por todo lo que concierne a la representación de su arte, cargándolo siempre de un peculiar perfil intimista al que imprime exquisitas maneras de hacer, recurriendo a conocimientos interiorizados, para construir, intuitivamente, recursos técnicos aplicables. De igual manera que podemos determinar este escenario habitual en la ejecución de su obra obra, podríamos distinguirla, por su exquisitez, con el cargo de Maestre (máxima Dignidad), si su cocina fuera una Orden Militar de Caballería. La artista, la persona y la mujer, se complementaron siempre en simbiosis perfecta cuando se transformaba de Teresa Sarto artista, en Maite cocinera. Lo hacía siempre de manera impecable, con deliciosa habilidad, con delicadeza, pero sin desaprovechar un ápice de su rotunda convicción artística, transfiriendo sus esquemas estéticos al nuevo universo de turno: el de las artes culinarias, como si en la cocina fuera a enfrentase a otra forma paralela de su arte. Allí tampoco escatimó un ápice de su sentimiento artístico. Se prodigó en el aderezo de alimentos, con profusión y abundancia y dominó con habilidad cualquier cosa que hacía, tal vez por aquello de estar ambas cocinas vinculadas, siempre, a los grandes disfrutadores de la vida —ella misma lo fue, y mucho—, llegando a alcanzar, por su buen hacer en la mesa, el máximo galardón de reconocimiento invisible, aquel que solo otorgan los comensales mas exigentes, invitados a sus banquetes exquisitamente acicalados, cuando perciben superadas con creces todas las trabas que diferencia un buen plato exquisito de otro corriente, pues como es sabido, y mi Maite fue muy consciente de ello, existe poca distancia que separa el proceso y aderezado propicio de un plato suculento, frente a otro mediocre. Ambos están, casi siempre, realizados con los mismos ingredientes, pero sin duda, el toque personal, o pequeños detalles en la preparación, o el tempo que juegan estos aspectos —como en casi todo— establecen sutil diferencia en el resultado, sin embargo crucial. LAS RECETAS DE SU COCINA Desconozco en ella el inicio de este empeño culinario encaminado, en materia de cocinados, hacia aquel aprendizaje que haría durar para siempre, reflejado deliciosamente en sus tres cuadernos de recetas, escritos de su puño y letra. Muy distintos en aspecto externo, sobre todo dos de ellos. El primero y más antiguo de los cuadernos, tiene cosidas las tapas de cartoncillo gris azulado, con espiral de alambre. El segundo y tercer cuaderno mantienen idéntica estética, como si fueran libros para llenar de números, arcaicos, como de banca, o que sé yo, puede que elegidos en recuerdo estético de los libros de cuentas que habría podido utilizar, sin dudar, el contable de la fabrica de metalúrgica

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