In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

INMEMORIAM DE TU GRAN ALMA DE ARTISTA 186 CAPÍTULO 3 desaparecidos, entendiendo las cualidades combinatorias que otros artistas hacían, y siempre, siempre, probando cosas nuevas, en la seguridad de que solo interiorizando todo tipo de conocimiento técnico, en nuestra actividad, cobrará existencia la escapatoria al condicionamiento. Es intentar no permanecer ni un solo instante dependiendo de cualquier otro modelo de desarrollo condicionante no elegido, aun sabiendo que es imposible tal objetivo. Pero, sin embargo, esta actitud será equivalente a asegurar haber tomado una determinación libre y propia, con todas las consecuencias, en cada decisión plástica tomada, para conseguir sentir, solo sentir, un nuevo fluir casi natural, seleccionado de entre viejas maneras de hacer, pero actualizado hasta concretar muy pocos esquemas principales sobre los que poder construir nuestros propios lenguajes, porque serán nuestros, cuando estos estén analizados, sentidos y decididos. A este singular estado inconsciente, provocado desde el aprendizaje convencional, elegido para intervenir en un posterior, permanente y constante ejercicio sensitivo aplicado, podríamos denominarlo: matices creativos encauzados para enriquecer el alma artística y aunque aun no estemos especialmente seguros de que tal ente exista, podríamos intuir suficiente razón en la fantasía que, como en el caso de las meigas, bien sabemos que no existen , pero haberlas haylas. En este sentido podríamos entender que posiblemente la gran diferencia entre un artista profesional y otro en formación viene a ser el tiempo infinito que consigue mantenerse el primero, conectando su alma, inconscientemente, entre su mano y el cerebro, sin interrupción, materializando de hecho el proceso de ejecución interiorizado, y reaccionando ante cambios de opinión o sensaciones inmediatas, en función de lo que acontece en cada instante del cuadro . Nos descubríamos, finalmente, ante este sutil y permanente ejercicio de utilizar el alma artística enriquecida de conocimiento, como una forma de ser y estar, de poder medir cualquier cosa, de vivirlo todo, de saborear el mundo que nos rodea… donde ciertamente radica la mayoría de edad estética y artística. Y sí, este puede considerase nuestro gran hallazgo en común y ni que decirse tiene que, sobre todo para mi queridísima Teresa Sarto, este sentido de la vida ya formaba parte de su chispa esencial vital, con el que consiguió interponer siempre su mirada constructora, en cada cosa, a cada hecho y desde su singular, rica y grande alma de artista, con la que convirtió este funcionamiento en el método para alcanzar su propia mayoría de edad estética artística y su especial manera de vivirlo todo. Algo que solo pueden alcanzar personas únicas como ella.

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