In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

TERESA SARTO 105 EPISTOLARIO DE TERESA SARTO A MAITE, Y VUELTA Conocí a Teresa Sarto formando parte del Grupo Realidad Trans, un colectivo de profesores de Bellas Artes que en el ya lejano año de 1996 expusieron en el ámbito de exposiciones de La Salina, dependiente de la Diputación de Salamanca. Lo que sigue fue publicado por mí en La Gaceta , el diario local de Salamanca, con el que yo entonces colaboraba. Revisado a tantos años vista, veo el retrato artístico de ella y por tanto no me resisto a transcribir un par de párrafos de aquella columna. El Grupo Trans, o Realidad Trans, ha dado un aldabonazo a la adormecida y apática comunidad universitaria. Un grupo de artistas, que además son universitarios, exponen en La Salina en una colectiva realmente notable. Entre ellos, naturalmente, estaba Teresa Sarto. No es mi función ejercer la crítica artística; otros lo harán mejor que yo. Baste decir que me han gustado las obras expuestas, me ha gustado la concepción colectiva de la muestra, y por supuesto me ha sabido a poco, porque sé que hay mucho más. Pero lo que quiero aquí comentar es el trasfondo, arañar un poco la superficie de esa ambivalencia artista-universitario que los profesores de Bellas Artes, estén o no en la facultad del mismo nombre, exhiben por esos mundos y que la mediocridad rampante que nos ahoga despacha como «cosas de los de bellas artes». Las bellas artes son creación en estado puro. La investigación científica también lo es, pero sus referencias están férreamente ceñidas a la naturaleza, en el caso de las ciencias, o a la obra del hombre, en las humanidades, por lo que el espíritu creativo debe luchar más en estas que en aquellas para salir a la superficie. Por ello, los que creemos en una universidad creativa y no repetitiva, pensamos que las bellas artes han de tener una posición central en la institución, y nos congratulamos de que nuestra universidad tenga una Facultad de Bellas Artes, lo que no todas pueden decir. El aldabonazo de Realidad Trans es un dedo que apunta a un camino, emprendido espontáneamente por estos artistas- maestros, que la universidad debería patrocinar con entusiasmo. Tenemos creadores, artistas-maestros y artistas-alumnos, tenemos salas de exposiciones visitadas por multitudes de turistas, entre los que habrá amantes del arte. Qué mejor ocasión a menos costo para que vayan haciéndose un nombre los artistas del futuro, para que aprendan a someterse a la crítica pública, para que contrasten sus creaciones con las de los demás, o para la educación artística del resto de la comunidad universitaria. Enrique Battaner

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