In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

TERESA SARTO 85 EPISTOLARIO MAITE EN ESTADO PURO Tal vez fue en el I Simposio Internacional de Guarda donde pude descubrir la capacidad creadora de Maite. Conocía la obra de Maite desde hacía muchos años y la situaba en ese movimiento artístico madrileño que seguía degustando en su obra el sabor de la academia mezclado con una cierta melancolía. Bodegones creados con las ropas y enseres del pasado formaban escenarios llenos de nostalgia y soledad, expresaban claramente una época de silencio de nuestra España. Flotaba en el ambiente esta atmósfera que impregnó el panorama artístico de un periodo muy interesante de la historia reciente de nuestro arte, aún no revisado, en el que se encuentran numerosas obras de nuestra querida artista Maite. Pasaron los años y el encuentro con Eusebio creo que fue un detonante del surgimiento de una nueva mirada de Maite sobre el arte. La complicidad en el compartir la aventura de la creación en todas sus dimensiones fue renovadora para los dos. Las charlas entre ellos sobre todos los aspectos que rodeaban a la creación de imágenes, las técnicas, los procesos de ejecución, los lenguajes… les llevó a sentir verdadera curiosidad por el mundo del grabado. Y tanto fue así que se compraron un pequeño tórculo en el que imprimían sus grabados y experimentaban con este medio nuevo para ellos. Esta inquietud tuvo como culminación la participación de Maite y Eusebio en un curso que impartí en el Museo de Guarda, Portugal, con motivo de un simposio internacional. El desafío estaba servido: por una parte la circunstancia personal de Maite en un momento de su enfermedad avanzada y lo que suponía para ella superar las dificultades físicas. Por otra parte, un entorno de muy alta cualificación del curso, ya que participaban nueve catedráticos del área de dibujo y grabado de la universidad española y otros tantos titulares de universidad del mismo campo. Y un tercer aspecto no menos importante, la propuesta de un proceso técnico nuevo, distinto a todos los conocidos, que había que controlar para someterlo a las ideas personales. Pocas circunstancias parecidas he conocido, por no decir ninguna, al ver que tal reto no solo fue superado por Maite, sino que además, lo hizo de forma sobresaliente. De sus manos surgieron imágenes de un poder cromático sorprendente, como si a las pinturas agrisadas anteriores se les hubiera descorrido la cortina y ahora pasara la luz y el color se manifestaba con radiante intensidad. Para mí resultó una experiencia sobrecogedora el conocer el antes y el después de la obra de Maite. Y lo más sorprendente es que fueron logros en los que en ningún momento perdió su sentido del humor, su alegría contagiosa y su capacidad para cautivar a quienes formábamos parte de aquel maravilloso experimento que fue el curso de Guarda, dejando para la intimidad lo más duro de un reto tan grande. Terminado el curso, pensé en el potencial creativo de Maite y en su genialidad, y que aquellos destellos que pude ver en Guarda permanecían ocultos en esta nueva etapa de su vida, dedicada fundamentalmente a disfrutar de su maravillosa familia. Esta era una elección consciente y sentida, un acto de generosidad y ofrecimiento de quien sabe poner en valor las cuestiones verdaderamente importantes de la vida. Su gran modestia para reconocimientos artísticos y su ausencia de vanidad personal hicieron posible sacar lo mejor de sí misma. Ahora sin embargo, con esta exposición, es de justicia mostrar cómo solo una gran persona es capaz de ser una gran artista. ¡Esperamos que lo disfrutes, querida Maite! José Fuentes Esteve Director del Instituto Universitario de Investigación ATA

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