In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

TERESA SARTO 161 EPISTOLARIO Mariví Mateos LA PRESENCIA DE LA AUSENCIA Es inquietante y emocionante al mismo tiempo este encargo; pese a todo, intentaré plasmar en estas palabras todo lo que quiero transmitir. Casi cuarenta años de amistad pasando por mi mente en apenas segundos: cuando dos almas se encuentran, aparentemente por casualidad, siempre hay una razón por la cual la vida las une. En este caso, era necesario que tú formaras parte de mi historia desde la adolescencia, y una vez nace la amistad, ya no hay vuelta atrás. Afortunadamente para mí, nuestros caminos estaban condenados a avanzar juntos. Aún recuerdo las reacciones al abrir la puerta de tu casa, efímeras y, a la vez, eternas: ese derroche de risas, humor y generosidad que desprendías alimentaba el cuerpo y el alma como ninguna otra cosa podía hacerlo. Y así pasaron noches entre tragos, humo y buena música, cumpleaños, comuniones, cenas, exposiciones y un sinfín de experiencias que nos ha brindado la vida; y no puedo evitar sentirme privilegiada y orgullosa de compartir contigo tantas vivencias. El ser humano madura de la mano del dolor y la soledad; el vacío y la ausencia son la única forma de continuar en el camino. La aceptación de esto, sin embargo, no implica rendirse, sino ser plenamente consciente de que forma parte de nuestro ser. «De mayor quiero ser como tú», te han repetido mi boca y mi mente mil y una veces, viendo mi alma nítidamente reflejada en la tuya. Quizá sentiste lo mismo al dedicarme una obra tuya mencionando a tu «alma gemela». Todo lo que pueda añadir va a quedarse corto; tan solo quiero agradecer a la vida esta fascinante experiencia de haberte tenido. Todo es transitorio, y el destino siempre podrá abrir el telón y dar paso a una función totalmente nueva. Aceptemos esto como parte de la vida y encontremos la paz. Ahora, debe continuar el espectáculo de nuestras almas encontradas. Hasta siempre. Mariví Mateos

RkJQdWJsaXNoZXIy MjM4MTQz