In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

TERESA SARTO 149 EPISTOLARIO Lola Blanca López Mi querida Teresa Teresa, que podría decir de ella cuando solo con su recuerdo se me encoje el corazón. Desde el primer día que la conocí, a pesar de una vida generacional distante, me fascinó su inteligencia y su humor irónico, su carácter vivo de personalidad contundente pero llena de generosidad, donde el aburrimiento y la apatía no se concebían en su filosofía de vida. Una mujer activa como pocas he podido conocer, en la que el arte fluía por sus venas como hemos podido contemplar con sus colecciones pictóricas; de un realismo mágico y sensible, espiritual y humano como era ella. Hace años, un día me llamó: quería contar conmigo para el Máster en Diseño de Interiores de la Universidad de Salamanca. Yo dudaba, pues como restauradora de patrimonio no entendía qué podría aportar, acostumbrada al trabajo de taller y de la obra arquitectónica, lejos de las aulas. Pero ella lo tenía muy claro, quería una visión diferente, una aportación real hacia el patrimonio arquitectónico. Pero la realidad es que ella me abrió una puerta diferente, me impulsó hacia el mundo de la investigación y de la generosidad de compartir mi experiencia profesional con los demás. Me hice doctora, compartiendo ese importante día con Teresa, a pesar de ser un momento crítico para ella con su inagotable lucha contra la enfermedad, pero con su generosidad y humor me propició un día divertido a pesar del nerviosismo que invadía mi cuerpo. Ahora, sigo restaurando, investigando y publicando, y lo más importante, comunicando en conferencias, donde el recuerdo de mi primera clase en Salamanca me acompaña. Todos los recuerdos de mis vivencias con Teresa, y por supuesto con Eusebio, me han parecido pocos ahora que miro hacia atrás, donde la distancia de Salamanca con Granada siempre ha sido un tropiezo para la amistad cotidiana; pero siempre estará en mi presente. Lola Blanca López

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