In memoriam de tu gran alma de artista: Teresa Sarto

TERESA SARTO 119 EPISTOLARIO DE PROFESORA A PINTORA Y DE PINTORA A PROFESORA: UNA EXPERIENCIA ENRIQUECEDORA EN LA PERSONA DE TERESA SARTO (ARTISTA) El transmitir conocimientos a los alumnos de la enseñanza media y universitaria es sin duda la frontera más inexplorada e inaccesible de los sistemas docentes. Esta experiencia puede transformar, enriquecer, orientar, madurar o destruir a un alumno. Una profesora de Arte lo investigó, lo demostró y lo asumió en el Instituto E. M. Torres Villarroel y posteriormente en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca. Estamos recordando a la mujer, a la madre, a la amiga, a la profesora y a la artista, Teresa Sarto, desaparecida de nuestras vidas, de nuestras tertulias, de nuestras reuniones, de nuestro tiempo, por la injusta biología que caracteriza a la enfermedad en el ser humano. Teresa Sarto fue como una «montaña rusa»: Profesora, pintora autodidacta, gran amiga, especial en su ironía, en su risa explosiva, en su sonrisa y en otras muchas facetas humanas entre las que hay una muy importante, haber sido la compañera sentimental de Sebito, dos verdaderos artistas, compatibles en todo, y por ello no es posible olvidarla. Una faceta, también de máximo alcance y potencialidad era su arte y exquisitez culinaria, deliciosos platos que adornaban su mesa con la maestría del impresionismo. Nosotros la conocíamos. María José por compartir el claustro en el Instituto E. M. Torres Villarroel; la amistad fue inmediata y total, profesora comprometida, simpatía a raudales, amiga siempre. Juan Luis la conoció primero como amiga de María José y posteriormente como pintora. Fue en uno de los veranos santanderinos de los cursos de la Menéndez Pelayo cuando me llevó, en una tarde calurosa, soleada, cantábrica, a dar un paseo desde el Palacio de la Magdalena y a través de las playas del Sardinero y por los jardines de Piquío hasta el Palacio de Exposiciones y Congresos, donde exponían varios pintores y, entre ellos, Teresa Sarto. Una de sus obras me cautivó y desde ese verano adorna el cabecero de nuestro dormitorio, composición pictórica extraordinariamente relajante, plantas, plumas, y un nido que se pierde en el lienzo son sus motivos. Como el dormitorio es una habitación de la casa donde pasamos mucho tiempo, necesita armonización y ambiente agradable. Decorarla a veces es un gran reto, pues hay que equilibrar lo estético a la vez que lo funcional y lo confortable. El cuadro de Teresa Sarto cerró la armonía. Además, es María José y Juan Luis Lanchares

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