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De rerum natura

Variaciones sobre la imagen de un gliptodonte

Esta exposición es el resultado de una interpretación libérrima de una fotografía de detalle que el artista y

profesor José Fuentes tomó en el antiguo Museo Paleontológico de Valencia en 1978.

Entonces el Museo estaba en el Almudín, un edificio gótico situado en el casco histórico de Valencia, que

había sido un antiguo almacén de grano y que conservaba asombrosas pinturas murales votivas muy

antiguas y curiosas. A pesar de la enorme importancia científica de los materiales, y artística y monumental

del edificio, el Museo estaba igual que cuando se instalaron allí los grandes y valiosos esqueletos fósiles

de mamíferos prehistóricos de la Pampa argentina, en los primeros años del siglo XX, en condiciones de

semiabandono y sin siquiera luz artificial en la sala de exposición.

La naturaleza de los materiales expuestos, la arquería gótica del mismo edificio, las pinturas murales y la

luz natural que entraba por ventanales estrechos, variable a lo largo del día y de las estaciones, daba lugar

a un juego de luces y de sombras, inquietante y casi onírico.

Tanto el contenido del Museo, con los esqueletos fósiles de animales extraordinarios, como el continente

tan peculiar, el Almudín de Valencia, debieron causarle al autor una honda impresión, que se refleja en la

serie de grabados “Homenaje al Museo Paleontológico”, inspirada en la colección de fotografías y que se

expuso en el Museo de Bellas Artes de Valencia en 1983.

Esa serie de grabados, realizados con la técnica de mordido, constituye todo un modelo de lenguaje alter-

nativo desde el punto de vista descriptivo.

No existe una antítesis entre ciencia y arte, más bien al contrario. Tanto la ciencia como el arte tratan de en-

contrar un modelo interpretativo de la realidad. Se trata de recrear e interpretar la naturaleza de las cosas.

La ciencia tiene por objeto aproximarse a la realidad de las cosas por medio de la suma de conocimientos.

Otra cuestión es cómo se interpretan los conocimientos. El arte tiende a la creación de las formas, y

también a la interpretación de las formas creadas por la Naturaleza.

El conocimiento científico tiene por base remota la observación del medio y las interacciones que se

producen en él, y eso es, precisamente, el conocimiento empírico desde un punto de vista reduccionista.

También el artista observa, escudriña, anota, interpreta lo que ve en una síntesis holística del conocimiento

y el resultado es la obra de arte.

Hay muchos puntos en común con la forma en que un científico y un artista abordan un problema conceptual.

En ambos casos intervienen factores como la observación y las emociones. Igual ocurre con la poesía, e

incluso con la música.

El poeta clásico Lucrecio, en su obra De rerum natura, utilizó la poesía como recurso para llevar al público

una recopilación del conocimiento científico del momento histórico en que vivió, el siglo I de nuestra era.

Durante el Renacimiento, la ciencia y el arte eran la misma cosa. Los científicos dominaban las técnicas ar-

tísticas y los artistas tenían un conocimiento profundo de la Naturaleza. Así, la obra de arte podía ser un do-

cumento científico de primer orden, como podemos apreciar en la obra de Leonardo y Miguel Ángel, o en

los dibujos científicos de anatomistas como Vesalio y Crisóstomo Martínez, auténticas maravillas descriptivas

y obras artísticas de primerísimo nivel.

En el proceso de creación artística son determinantes, además del dominio de la técnica de expresión, los

factores emocionales, cognitivos e intelectuales. El objeto del arte es producir una emoción en el espectador

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